El desastre de Aznalcóllar

El Radical Libre
9 min readAug 3, 2021

El Radical Libre

El 25 de abril de 1998 en el municipio español Aznalcóllar, de la provincia de Sevilla, tuvo lugar uno de los grandes desastres ecológicos de la minería en la historia y uno de los accidentes medioambientales de mayores consecuencias ocurrido en Europa.

La mina de esa localidad, que desde 1987 era explotada bajo la propiedad de la firma minera sueca Boliden, generaba grandes cantidades de residuos que eran almacenados en dos grandes balsas artificiales acumulando alrededor de 20.000.000 Tm de lodos. Durante la última etapa de operación en la mina, los materiales extraídos pasaban por una serie de balsas de lavado donde sometían al proceso de refinamiento y flotación para separar la parte aprovechable del material del resto.

En la madrugada del accidente tuvo lugar la rotura de más de 50 metros del muro de contención de una de las balsas de almacenamiento provocando el vertido de, aproximadamente, 5.000.000 m3 de lodos contaminados al cauce del río Agrio. La crecida de sus aguas, ahora considerablemente contaminadas, se extendió hasta el cauce del río Guadiamar, afluente del Guadalquivir, que también se desbordó anegando la ribera fluvial y las tierras colindantes en una franja de 200 metros a ambos lados y 62 km a lo largo. [1]

El accidente ocurrió súbitamente provocado por la rotura por corte-deslizamiento de la formación geológica sobre la que se asentaba la balsa (conocida como marga azul del Guadalquivir, una arcilla margosa sobreconsolidada formada durante el Mioceno). La rotura fue causada por el excesivo volumen de residuos depositados en la balsa, luego de que la empresa Boliden había elevado la cota de sus paredes para incrementar su capacidad. Sin embargo, ese aumento de capacidad no fueacompañado de la construcción de una nueva depuradora, de modo que la única existente sólo tenía capacidad para depurar parte de los residuos generados. [2].

El desastre afectó 42,83 km2 de suelos aluviales (suelos de origen fluvial, poco evolucionados,aunque profundos) en los valles de los ríos Agrio y Guadiamar. Esta área fue inundada con 6 000 000m3 de lodos compuestos por aguas ácidas, metales pesados en bajas concentraciones (elementos traza), sulfuros metálicos finamente divididos y otros subproductos del proceso de refinamiento y flotación. El vertido formó una capa de espesor variable: desde valores de varios centímetros en las zonas limítrofes de la riada, hasta espesores de 1,5 metros en las depresiones de la zona alta de la cuenca y de 3 metros en las cercanías de la balsa minera [3]. Este depósito generó graves consecuencias para los suelos destinados a la agricultura, las plantas asociadas a los cauces y los animales que se alimentaran en la zona contaminada. Desde el punto de vista socioeconómico el desastre causó la pérdida de las cosechas agrícolas en una región donde la agricultura era una actividad fundamental; la pérdida de suelos fértiles, la paralización de la actividad minera en la mina de Aznalcóllar con la consiguiente pérdida de empleos; así como los riesgos potenciales a la salud de los habitantes de la zona.

Con respecto a la flora y la fauna, el vertido produjo la muerte de animales y plantas por inundación de los hábitats incluidos en el cauce fluvial y en el entorno de los ríos. En el momento en que se suspendieron las labores de recogida de fauna, se habían recogido 37,4 toneladas de peces y 96 ejemplares de vertebrados terrestres, aunque la causa de su muerte no siempre pudo atribuirse al vertido tóxico. En cuanto a los invertebrados no existe información detallada, aunque hay constancia de la muerte de miles de cangrejos de río (Procambarus clarkii) y animales de otras especies. [4]

¿Cuál era el potencial de desastre ambiental que reposaba en las balsas de desecho de la mina de Aznalcóllar? Los lodos residuales del preceso minero de pirita, en general tienen alto contenido de elementos que son relevantes desde el punto de vista de su potencial impacto ambiental: cinc (Zn),plomo (Pb), arsénico (As), cobre (Cu), antimonio (Sb), cobalto (Co), talio (Tl), bismuto (Bi), cadmio(Cd), plata (Ag), mercurio (Hg) y selenio (Se). Se generan como parte de componentes no aprovechables de la mena o debido a deficiencias en la tecnología del proceso de extracción [5].

La caracterización de la fuente de contaminación es muy importante pues brinda información relevante para comprender la magnitud del desastre, su alcance y diseñar las estrategias de remediación adecuadas. Sin embargo, en el caso de Aznalcóllar, no existía información específica disponible sobre la composición de los lodos y aguas ácidas almacenados en las balsas… solo ha podido ser inferida por las consecuencias del desastre. Existen reportes de los parámetros físico-químicos y de la concentración de metales en de las aguas del río Guadiamar antes del desastre de Aznalcóllar. Los datos recogidos en las tres estaciones de muestreo más cercanas al lugar del accidente entre 1994 y la fecha del desastre revelan concentraciones de algunos metales superiores a los límites permitidos, más pronunciada en las cercanías de las instalaciones mineras, diluyéndose aguas abajo por el cauce [3]. Este hecho evidencia que ya existía contaminación en el cauce anterior al accidente minero, probablemente derivada de la misma actividad y procedente de fugas o falta de depuración en las instalaciones mineras. Este es un detalle importante que pone de manifiesto el potencial impacto ambiental negativo de la actividad minera que puede ocurrir de manera sistemática y no solo como consecuencia de desastres, aunque obviamente estos últimos tengan mayor relevancia.

Una vez depositados, los vertidos quedaron expuestos a las condiciones y procesos ambientales que naturalmente tenían lugar en la zona; insertándose en los mismo y afectándolos de forma integral. De esta forma, las condiciones climatológicas (precipitaciones, temperatura, vientos) comenzaron a establecer su influencia sobre el entorno de Aznalcóllar, ahora completamente transformado por el desastre

En la zona afectada por el desastre se localizan dos acuíferos aluviales cuya recarga viene fundamentalmente de la infiltración del agua de lluvia y su descarga ocurre por bombeos para irrigación (prohibido luego del desastre) y de manera natural proveniente de los ríos. [6] Las aguas subterráneas fueron monitoreadas tomando muestras de los pozos preexistentes en la zona con fines agropecuarios. Los resultados revelaron que muchos de ellos habían sido inundados por la marea de lodos. Sus aguas mostraron elevadas concentraciones de metales (principalmente Zn), bajos valores de pH (acidificación) y la presencia de partículas de sulfuros.

La contaminación de los suelos provino tanto de los elementos traza presentes en las aguas ácidas como de lodos que los contenían en concentraciones abundantes y los liberaron en la interacción con el medio. El análisis de muestras de lodos depositados que fueron tomadas poco tiempo después del desastre, reveló la presencia de metales pesados en concentraciones miles de veces superiores a las que comúnmente se encuentran en los suelos [7, 8]; de ahí que una de las medidas implementadas fuera retirar con rapidez la capa de lodos. Una de las consecuencias más inmediatas de la deposición de los lodos fue la acidificación de los suelos, que requirió una rápida intervención para neutralizarla. [9]

Quizás la menos obvia de las afectaciones de un desastre como este, es la repercusión que tiene en la atmósfera de la zona afectada. Una de las características del material contaminante fue su pequeño tamaño de partícula (finamente dividido). Esta característica favoreció que, durante las labores de retirada de la capa superficial de lodos empleando maquinaria pesada, tuviera lugar el paso de estas partículas a la atmósfera en forma de suspensión. Desde luego este proceso estuvo modulado, una vez más, por las condiciones climatológicas y atmosféricas imperantes en la zona. El material particulado en la atmósfera produce afectaciones a la salud humana y a la vida en general y está regulado por las normas de calidad del aire. Los análisis diarios de partículas suspendidas mostraron niveles máximos en los meses posteriores al desastre cuando coincidieron las actividades de retirada de lodos y las corrientes convectivas atmosféricas propias del verano local [9]. En el mismo período se detectaron las mayores concentraciones de aminas aromáticas en las partículas suspendidas en la atmósfera.

El desastre de Aznalcóllar supuso un reto a la gestión ambiental en España. Un aspecto importantefue la falta de antecedentes en la recuperación a gran escala de suelos contaminados que obligó a diseñar los programas de recuperación desde cero. Desde el punto de vista de la química del suelo, la medida más importante fue (después de la remoción de los lodos) la aplicación de enmiendas. Así, siguiendo las recomendaciones de los expertos, se aplicaron enmiendas ricas en carbonato cálcico, en óxidos de hierro y en materia orgánica. Como también suponía un reto científico y de nuevos conocimientos, en paralelo se llevaron a cabo diversos experimentos para estudiar los efectos de las enmiendas sobre la disponibilidad de los elementos traza en el suelo. Se detuvo el avance de las aguas ácidas mediante diques. Se retiraron los lodos y parte del suelo contaminado antes de la llegada de las lluvias de otoño.

La persistencia de la contaminación potencial justifica la necesidad de un monitoreo periódico de los elementos traza en el área que ha comprobado que siguen existiendo zonas puntuales como las orillas del río y parches de suelo desnudo cerca de la mina (unas 200 ha) donde la contaminación de As, Pb y otros elementos traza es elevada.

A 23 años del desastre se han superado los retos a corto plazo de la catástrofe ambiental mediante la limpieza y recuperación de los suelos contaminados. Además, se ha creado un nuevo espacio natural que conecta el área afectada con el parque natural de Doñana, ya existente: el Corredor Verde del Guadiamar. Este espacio ha representado un área activa de investigación donde evaluar las diferentes medidas aplicadas para recuperar los suelos contaminados. La experiencia adquirida en los numerosos estudios realizados durante todo el tiempo transcurrido desde el desastre tiene un gran valor científico. Muchos de sus resultados son aplicables y ayudarán a los investigadores y gestores que se enfrenten a retos semejantes en otras zonas.

Evolución del estado de la zona

Hacer compatible la explotación minera con la calidad ambiental del entorno es un reto importante. En ese aspecto, el accidente de Aznalcóllar fue un mal precedente por negligencia y malas prácticas. Después de la catástrofe, la reapertura de la mina(que aún no ha ocurrido pero está prevista) estará sometida a una estricta vigilancia ambiental y una constante presión social. La experiencia del accidente debería servir como estímulo para el desarrollo de técnicas alternativas de tratamiento del mineral que eviten nuevas catástrofes ambientales.

Referencias

1 Guerrero FM, Lozano M, Rueda-Cantuche JM. Spain’s greatest and most recent mine disaster. Disasters. 2008 Mar;32(1):19–40. doi: 10.1111/j.1467–7717.2007.01025.x. PMID: 18217916.

2 Ayala-Carcedo, F.J., 2004. The Aznalcollar (Spain) tailings pond failure of 1998 and the ecological disaster of Guadiamar river: causes, effects and lessons. Bol. Geol. Min. 115, 711 -738 (in Spanish).

3 Arellano Puente, Itziar, Estudio relativo a la evolución de la calidad de las aguas del río Guadiamar tras la rotura de la balsa de residuos de la mina de Alznalcóllar (Sevilla). Universidad Politécnica de Valencia. Tesis de Grado.

4 Grimalt, J.; Ferrer, M.; Macphersonc, E.; The mine tailing accident in Aznalcollar. The Science of the Total Environment 242 1999 3–11.

5 Martín-Crespo, T.; Gómez-Ortiz, D.; Martín-Velázquez, S. Geoenvironmental Characterization of Sulfide Mine Tailings DOI: http://dx.doi.org/10.5772/intechopen.84795

6 Olías, M.; Cánovas, C.R.; Basallote, M.D. Surface and Groundwater Quality Evolution in the Agrio and Guadiamar Rivers After the Aznalcóllar Mine Spill (SW Spain): Lessons Learned. Mine Water and the Environment. https://doi.org/10.1007/s10230-020-00713-7

7 Cabrera, F., Clemente, L., Díaz-Barrientos, E., López, R., Murillo, J.M., 1999. Heavy metal pollution of soils affected by the Guadiamar toxic flood. Sci. Total Environ. 242, 117 -129.

8 López-Pamo, E., Barettino, D., Antón-Pacheco, C., Ortiz, G., Arránz, J.C., Gumiel, J.C.,

Martínez-Pledel, B., Aparicio, M., Montouto, O., 1999. The extent of the Aznalcóllar pyritic sludge spill and its effects on soils. Sci. Total Environ. 242, 57 -88.

9 Martín, F., Díez, M., García, I., Simón, M., Dorronsoro, C., Iriarte, A., Aguilar, J., 2007. Weathering of primary minerals and mobility of major elements in soils affected by an accidental spill of pyrite tailing. Sci. Total Environ. 378, 49 -52.

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