Chiqui chiqui chiqui: Agua y jabón

El Radical Libre
5 min readSep 11, 2021

Es muy probable que alguna vez haya pasado algún vendedor de detergente por frente de tu casa pregonándolo a viva voz. También es altamente probable que tu mamá o tu abuela hayan salido a comprar. Si alguna vez has prestado atención a esa conversación quizás has oído a tu mamá preguntar: ¿Hace buena espuma ese detergente? A lo que seguramente el vendedor respondió: Sí, hace tremenda espuma. Aunque quizás no fuese cierto.

Ahora ¿para qué quiere tu mamá que el detergente haga bastante espuma? Está muy arraigado en el pensar popular que para que un detergente limpie, este tiene que hacer bastante espuma; pero ¿es esto cierto?

Hoy intentaremos dar respuesta a esta y otras preguntas sobre la espuma y los detergentes.

Primero que todo debemos entender cómo está compuesto el jabón o detergente. Estos están integrados por moléculas que poseen la propiedad de ser anfipáticas o anfifílicas. Esto significa que son moléculas con diferente afinidad por el agua en cada uno de los extremos de su estrucura. Estas poseen lo que se conoce como una cabeza polar, la cual es hidrofílica (atrae el agua); mientras que por otra parte tiene lo que se la llama una cola apolar, la cual es hidrofóbica (repele el agua).

Estructura del esterato de sodio. Una molécula de jabón.

En el jabón, estos compuestos son por lo general sales de ácido grasos como puede ser el esterato de sodio, los cuales se obtienen a partir de una reacción denominada saponificación que ocurre entre una grasa y un álcali como el hidróxido de potasio o sodio.

La propiedad de sus moléculas de ser anfipáticas es fundamental para la acción limpiadora.

El jabón cumple dos funciones a la hora de limpiar: la primera es disolver aquellos compuestos que no se disuelven en el agua, como por ejemplo grasas. Para ello las partículas de jabón forman lo que se conoce como micelas, unas especies de esferas que atrapan a aquellas moléculas que no se disuelven en agua.

En una micela las colas apolares, las cuales presentan afinidad por moléculas lipídicas (grasas) quedan hacia adentro de la esfera, mientras que la cabeza polar que es afín al agua queda hacia afuera. De esta manera, encerrando las moléculas de grasa es que el jabón logra disolverlas.

Estructura de una micela.

La segunda función del jabón viene a partir de sus propiedades tensoactivas o surfactantes. Un tensoactivo es aquel compuesto que es capaz de influir en la variación de la tensión superficial. La tensión superficial se puede definir (aunque no es la única manera) como la fuerza resultante de las interacciones entre las partículas de un fluido en su superficie.

Esta fuerza es la que provoca que cuando echamos agua en un vaso, esta permanezca confinado dentro del mismo, o la que le permite a algunos insectos caminar sobre el agua.

Cuando se le agrega jabón al agua este es capaz de disminuir su tensión superficial. Esto resulta ideal a la hora de la limpieza pues con la reducción de la tensión superficial el agua puede penetrar de manera más fácil en aquello que se desee limpiar, por ejemplo un tejido, para eliminar la suciedad.

Entonces, ya sabemos cómo limpia el jabón: gracias a la disminución de la tensión supericial del agua y a la formación de micelas que permiten disolver partículas de grasa y suciedad; pero ¿y la espuma? ¿tiene algún efecto limpiador?

La espuma

La espuma se forma como un proceso secundario a la acción de los jabones y detergentes.

Como ya mencionamos las moléculas de jabón poseen propiedades tensoactivas. Estas cuando se agregan al agua tienden a agruparse en primera instancia en la superficie reduciendo la tensión superficial. Cuando hay movimiento de la superficie del agua, como puede ser por ejemplo dentro de una lavadora, el aire que entra a la masa de agua queda atrapado en forma de burbujas que forman la espuma. Esta espuma se vuelve más duradera debido a la disminución de la tensión superficial por acción del jabón.

La espuma abundante en un detergente tiene efectos negativos y positivos. Por ejemplo la generación de espuma puede mejorar la capacidad de penetrar en los residuos a eliminar. La espuma generada aumenta los tiempos de contacto entre el residuo y el detergente, permitiendo eliminar el residuo de una forma más sencilla.

Por el contrario un exceso de espuma puede disminuir la cantidad de detergente en contacto con aquello que se desea limpiar, ya que este se distribuye a lo largo de la capa externa de la burbuja.

Entonces la respuesta a la pregunta de si la espuma es buena o mala es: depende.

Si vamos a limpiar una superficie es beneficioso un detergente espumante para asegurar la mayor zona de contacto entre la suciedad y las partículas de surfactante; pero si vamos a lavar la ropa en una lavadora autómatica nos interesaría que el detergente sea poco espumante puesto que de lo contrario se formarían grandes cantidades de espuma sobre la superficie del agua que no estaría en contacto con la ropa y no cumplirían función alguna, provocando que fuera necesario el empleo de mayores cantidades de detergente para limpiar nuestra ropa.

Una vez más vemos cómo hasta lo más simple, como puede ser lavar nuestra ropa, esconde un mundo de conocimientos y complejidades. Solo tenemos que rascar un poco para que se nos desvele la maravilla.

A partir de ahora ya sabe que para lavar su ropa, mejor detergente con poca espuma.

Originally published at https://telegra.ph on September 11, 2021.

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